jueves, 26 de diciembre de 2013

Lengua Kichwa

El quechua o quichua es una familia de lenguas originaria de los Andes centrales que se extiende por la parte occidental de Sudamérica a través de siete países. Es hablada por entre 8 y 10 millones de personas y es la familia lingüística más extendida en Bolivia, Perú, Chile,Ecuador y el sur de Colombia después de la indoeuropea.

Como algo novedoso y relevante en nuestra búsqueda del tema de mujeres Kichwas encontremos un traductor y diccionario del idioma Kichwa, gratuito en linea, sin embargo solo traduce de castellano a kichwa y viceversa.


Traductor-Diccionario Kichwa



Escritura quechua

Los indigenas Kichwas un pueblo dudando entre la tradición y la modernidad


Los indios kichwas son los herederos de una cultura secular. El término "kichwa" hace referencia a la lengua hablada: el "kichwa" encuentra sus orígenes en el imperio inca y fue retomado por las iglesias católica y evangélica como lengua de evangelización. Esto explica su increíble expansión en toda la América Andina y Amazónica 

Los indios de la Amazonía, antes de la evangelización, se denominaban "napo runa" (hombre del Napo) en función de las regiones, pero en ningún caso "kichwas".

Hoy en día, el kichwa es comúnmente hablado no sólo en la selva y las montañas ecuatorianas, pero también en todos los países limítrofes. La extensión de su influencia explica que existan numerosos dialectos y grandes diferencias entre las culturas de las comunidades quechua. Estas diferencias se expresan por la precisión de su origen geográfico (así, los indios kichwas del río Napo).

Los kichwas del Oriente (Amazonía ecuatoriana) son la población indígena más numerosa de las seis nacionalidades presentes en la Amazonía Ecuatoriana. Representan alrededor de 60 000 personas.

El sistema tradicional de la comunidad kichwa está caracterizado por la solidaridad y la igualdad, colocada bajo la autoridad carismática de un capitán (animador social) y la autoridad espiritual de un chamán.
Las actividades se hacen en grupo, con separación entre las tareas del hombre (construcción, pesca, caza...) y las de la mujer (trabajos a realizar cerca de casa, la chacra, ocuparse de los niños, de la casa...). Las mujeres son, en general, las que trabajan más.

La sociedad kichwa es esencialmente machista y deja poco la palabra a las mujeres.

La selva ha satisfecho las necesidades de la comunidad procurándole materiales de construcción, comida o plantas medicinales. Los indígenas son cazadores, pescadores y cultivadores y dedican una gran parte de su tiempo a la artesanía y a los trabajos colectivos (mingas) para construir habitaciones y piraguas.
récolte du Yucca          récolte bananes
Los kichwas son igualmente buenos agricultores que cultivan la yuca, el banano, el cacao, el arroz, el maíz, el café, las judías. Se trata de cultura de huerta y comercial para los mercados de Tena.

Hasta hace poco, los contactos con el exterior eran extremadamente reducidos, hasta inexistentes debido a las difíciles vías de acceso y a los mitos sobre la región y su población. Los indígenas sólo asistían algunas veces al año a los mercados locales.

Este sistema de vida autárquico está, hoy en día, roto.

Costumbres

En los siguientes vínculos se pueden observar vídeos de las diferentes costumbres de las mujeres Kichwas de Ecuador: (Videos de Paz y Desarrollo ONGD)

Su comida.

Sus creencias

Sus Cuerpos

Sus Luchas

lunes, 18 de noviembre de 2013

Las mujeres del pueblo kichwa de Sarayaku y su participación en el proceso de defensa del territorio y en la demanda al Estado ecuatoriano ante la CIDH, hasta obtener la sentencia favorable.

Las mujeres del pueblo kichwa de Sarayaku y su participación en el proceso de defensa del territorio y en la demanda al Estado ecuatoriano ante la CIDH, hasta obtener la sentencia favorable. El Pueblo Kichwa de Sarayaku de aproximadamente 1200 habitantes, de los cuales el 50% son mujeres, se encuentra ubicado en el centro sur de la amazonia de Ecuador, en la provincia de Pastaza. En Sarayaku el Concejo de Gobierno de TAYJASARUTA, que es nuestro sistema organizativo propio está conformado por las autoridades tradicionales y las agrupaciones de mujeres, jóvenes, ancianos y dirigentes. Dentro del sistema de vida tradicional se evidencia una complementariedad en el trabajo por género, donde la agricultura, la cerámica, el canto, la preparación y el convite de alimentos y de asua (chicha de yuca) y el cuidado de los niños son actividades femeninas por excelencia, mientras que la cacería, la pesca, el tejidos de fibras para la confección de hamacas, shigras y canastas, los labrados de madera como la canoa y utensilios del hogar y de cacería, la realización de los instrumentos musicales como pífano, tambor, flauta y violín y la construcción de casas son actividades en mayor parte masculinas. sarayaku Sarayaku se ha caracterizado desde hace muchos años por la defensa de su territorio ancestral. En al año 1992 incentivó a que la organización provincial indígena, en ese tiempo la OPIP liderara la marcha histórica hacia la capital por la adjudicación de los títulos territoriales de los pueblos indígenas. En ese tiempo se pudo escuchar retumbar la voz de una mujer de Sarayaku, Beatriz Gualinga quien con valor y coraje se dirigió al Presidente de la República y su voz recorrió el mundo. A través de la marcha y acciones de incidencia se logró la legalización de los territorios en los que estamos asentados actualmente. Beatriz, madre de varios líderes conocidos de Sarayaku es en la actualidad la inspiración para las mujeres jóvenes. En 1996, el territorio Sarayaku fue adjudicado por el Estado a la Empresa Argentina Compañía General de Combustibles (CGC) denominándole bloque 23, y en el año 2002 la empresa ingresó violenta y arbitrariamente al territorio con respaldo del gobierno. Frente al ingreso de la empresa acompañada de militares, las mujeres de Sarayaku, tuvieron el coraje de tener una visión y decisión clara sobre el futuro de nuestro pueblo. Jamás se dejaron convencer y promovieron la resolución asumida en la Asamblea del Pueblo que tuvo como planteamiento central que “Jamás se permitiría que los territorios fueran campos petroleros y que si fuera necesario entregarían sus vidas”. Con esta decisión las mujeres kichwas nos lanzamos a la lucha en la selva, defendiendo igual y junto con los hombres nuestro territorio. Las mujeres cargando a los hijos pequeños a las espaldas, organizándose para que las abuelas se hicieran cargo del cuidado de los más grandecitos, abasteciendo la logística, soportando la tortura de la que fueron objeto los esposos y los hijos, se movilizaron en canoas e hicieron frente a la militarización del territorio, aun así la empresa dejó en territorio Sarayaku tonelada y media de explosivos enterrados, que continúan allí. Fueron 4 meses de lucha en la selva lo que ha dejado hasta ahora profundas huellas para los que vivimos ese proceso, pero también la suficiente fuerza y valor para defender nuestros derechos colectivos y por acceder a la justicia. Meses después, la empresa petrolera se retiró del territorio de Sarayaku. Terminaba así la lucha en la selva y empezaba la lucha por la defensa del territorio en otros escenarios, a nivel nacional y a nivel internacional. Frente a nuestro proceso se tuvo que hacer frente a los juicios en contra de los líderes, las amenazas y campañas de difamación, había llanto y desesperación de nuestras madres, angustia e inseguridad en nuestros niños. Finalmente agotadas las instancias legales a nivel nacional, se logró acceder al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En el 2003 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos nos tendió la mano con las primeras medidas cautelares de protección. En el 2004 la Corte Interamericana nos dio medidas provisionales y así empezaron 9 años de proceso de litigio ante el Sistema Interamericano. En el transcurso, la voz de la mujer de Sarayaku ha sido firme y fuerte. Nos hemos dirigido a los medios, a la población nacional, se ha dado a conocer la forma de vida, organización del pueblo de Sarayaku, y la motivación que hemos tenido para defender el territorio, nuestra cosmovisión y cultura. Las mujeres kichwas de Sarayaku hemos participado activamente en todas las Asambleas donde se han tomado decisiones trascendentales, han participado en audiencias y en julio de 2012, en la delegación de 16 representantes del Pueblo de Sarayaku que incluía la representación de jóvenes, ancianos, niños, el 50% estuvo conformada por mujeres. Nos dirigimos a San José de Costa Rica para la Audiencia Final del caso Sarayaku y la Corte Interamericana escuchó a 4 testigos, 2 mujeres y dos hombres quienes brindamos nuestro testimonio a la Corte sobre las vivencias, los atropellos sufridos, demostrando ante el mundo nuestra dignidad como pueblo. En lo posterior a la audiencia, la CIDH decidió visitar Sarayaku en abril del 2012. Escuchó testimonios de ancianos, niños, jóvenes, mujeres y hombres sobre las violaciones sufridas. El pasado mes de julio de 2012, la CIDH emitió su Sentencia al Estado de Ecuador por haber violado los derechos humanos fundamentales del Pueblo de Sarayaku. La sentencia crea un precedente importante para el país, la región y el mundo contribuyendo a crear jurisprudencia relacionada con los derechos de los pueblos indígenas. Aborda temas transcendentales como el tema de la consulta previa, instando a que se desarrolle conforme a estándares Internacionales, debe ser realizada de buena fe y conforme a nuestras prácticas ancestrales, respetando nuestras estructuras organizativas y cosmovisión. La sentencia de la CIDH establece que el gobierno del Ecuador debe pedir disculpas públicas al Pueblo de Sarayaku, retirar los explosivos enterrados en nuestro territorio, indemnizar al pueblo por daños materiales e inmateriales, capacitar en derechos colectivos a las instituciones militares, policiales e instituciones públicas, siendo el tiempo máximo de su cumplimiento el de un año. Las mujeres kichwas hemos contribuido en este proceso de forma activa y aún esperamos que el gobierno implemente la sentencia. Fuente: Patricia Gualinga (Dirigenta de la Mujer- Pueblo Kichwa de Sarayaku) http://www.onumujeres-ecuador.org/index.php?option=com_content&view=article&id=834:las-mujeres-del-pueblo-kichwa-de-sarayaku-y-su-participacion-en-el-proceso-de-defensa-del-territorio-y-en-la-demanda-al-estado-ecuatoriano-ante-la-cidh-hasta-obtener-la-sentencia-favorable&catid=41:noticias-onu&Itemid=67

ALIANZA DE MUJERES INDIGENAS DE CENTROAMERICA Y MÉXICO


http://alianzademujeresindigenas.org.mx Antecedentes Un primer encuentro en el 2004 facilito el intercambio y la búsqueda de articulación de las agendas de las organizaciones de Mujeres Indígenas con los mandatos de las Agencias del Sistema de Naciones Unidas, especialmente aquellas referidas a mujeres. En reuniones y encuentros sucesivos celebrados en Guatemala, Nicaragua y México entre 2005 y 2008, esta Alianza definió los principios que debían regir su agenda y formulo un Plan de Acción. Entre los temas priorizados en el Plan de Acción de la Alianza se encuentran el fortalecimiento institucional de las organizaciones miembros, la promoción de políticas publicas, la formación y capacitación de las mujeres indígenas. Entre las prioridades ha definido avanzar en la conformación de la red de miembros de la Alianza en todos los países de la subregión. A partir del 2005 la articulación de las actividades de la Alianza con el Foro Internacional de Mujeres Indígenas, le ha permitido a varias de las organizaciones potenciar sus capacidades de incidencia ante instancias regionales como la CEPAL, o en el ámbito internacional, como el Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas en la ONU, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, entre otros. Para el desarrollo de sus actividades la Alianza ha contado con el apoyo de distintas Agencias del Sistema de Naciones Unidas convocadas por UNIFEM. Luego se ha contado con el aporte de otras instituciones como la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, CDI, de México; Oxfam Gran Bretaña, FOKUS-SAIH y la Fundación Ford. En los espacios nacionales las distintas organizaciones de Mujeres Indígenas han contado también con el aporte de organizaciones locales y en algunos casos han hecho aportes con fondos propios. ¿Que es la Alianza? La Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México fue creada en el 2004 como un espacio de articulación entre 40 organizaciones e instituciones de mujeres indígenas de diferentes países de la subregión con el objetivo de potenciar acciones conjuntas de incidencia, enmarcadas en el trabajo que se ha venido promoviendo desde la oficina regional del Fondo de Naciones Unidas para la Mujer - UNIFEM - México. La Alianza cuenta con un Comité de Seguimiento, integrado por 2 miembros de organizaciones por país, con la representación regional ubicada en Nicaragua. Esta instancia se reúne periódicamente para hacer análisis del nivel de implementación del los planes de acción sub regional y por país.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Red Organizaciones De Mujeres Kichwas Y Rurales De Chimborazo

El despojo interminable a los pueblos indígenas


12 de octubre de 2013
http://www.proceso.com.mx/?p=355293
II Cumbre de Comunicadores en Tlahuitoltepec, Oaxaca. Foto: Marta Molina.
II Cumbre de Comunicadores en Tlahuitoltepec, Oaxaca.
Foto: Marta Molina.
En el pasado los pueblos indígenas fueron expulsados de las tierras fértiles y se les arrojó a los montes áridos y las cañadas. Ahora ni siquiera en estos lugares los dejan permanecer, pues los terrenos son ricos en recursos minerales. Los vuelven a despojar. Durante la II Cumbre Continental de Comunicación Indígena realizada en Oaxaca, líderes de comunidades indias procedentes de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá se encontraron para compartir sus problemas, los cuales son sorprendentemente similares. Advierten: ante el embate de las trasnacionales y los delincuentes que los despojan de sus territorios van a dar la batalla, aunque en ello les vaya la vida.
TLAHUITOLTEPEC, Oax. (Proceso).- Tras siglos de opresión, racismo y marginalidad, los pueblos indios de América siguen enfrentando hoy enemigos poderosos que amenazan despojarlos de lo más sagrado de su existencia: la tierra.
Desde hace décadas bandas del crimen organizado, así como transnacionales del agua, petroleras, mineras, taladoras y productoras de energía eólica e hidráulica se convirtieron en sus principales enemigos ante los cuales poco han podido hacer.
Representantes de pueblos indígenas latinoamericanos acudieron a la II Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abya Yala (Tierra Vital) que comenzó el lunes 7 y se prolongó hasta este domingo 13. Participaron mil 500 personas de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá
Pese a que la Cumbre tiene como objetivo el intercambio de experiencias y la búsqueda de nuevas formas de comunicación, tanto en las mesas de trabajo como en las entrevistas delegados de varios países manifestaron su preocupación ante las amenazas de trasnacionales canadienses y estadunidenses, así como de bandas del narcotráfico las cuales ya controlan grandes territorios pertenecientes a pueblos originarios a los que han desplazado para aprovechar sus riquezas naturales o sembrar enervantes.
Esto es posible, destacan, a partir de las reformas legales realizadas por los gobiernos en turno a fin de apoyar la entrada y despliegue de grandes capitales.
José Carlos Morales, del pueblo Brunca, de Costa Rica, advierte que la situación es muy explosiva y se perfilan nuevas guerras contra las comunidades para arrebatarles sus territorios ricos en petróleo y minerales, así como la posesión y control del agua.
El también exintegrante del mecanismo de expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU expone:
“Doy seguimiento a los miles de mensajes a través de las redes sociales de pueblos indígenas y no indígenas y me doy cuenta de lo que pasa desde Alaska hasta Argentina. Tengo una enorme preocupación pues veo una situación muy explosiva tanto por el interés de las trasnacionales y las compañías nacionales que al final son miembros de las primeras, así como del propio Estado y las bandas criminales, las cuales amenazan a los pueblos indígenas con sacarlos de sus tierras y quedarse con los recursos naturales para explotar las minas, el petróleo, el agua, la electricidad y los bosques”.
La descripción de Morales la comparten indígenas de Colombia, Ecuador, México, Bolivia y Chile. El esquema se repite en distintos lugares donde los pueblos originarios están asentados en tierras ricas en recursos naturales o zonas donde el narcotráfico cultiva coca, mariguana y amapola.
Es preocupante, agrega Morales, que en los últimos seis años la Organización de Estados Americanos haya puesto barreras para aprobar la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas en cuanto a tierras, territorio y recursos naturales, como ya lo hizo la ONU.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1928, ya en circulación)
ESTRÉS LABORAL VISTO DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES INDÍGENAS
Sesión 25 de octubre de 2013
 
¿Cuál es la idea principal del artículo?

Presenta los principales elementos conceptuales que contribuyen a la configuración del estrés como objeto de estudio antropológico ya que se ha limitado a la opinión biomédica sin tomar en cuenta a los actores o la enfermedad.

¿Cuáles son las aportaciones del artículo a la estratificación de clases?

            Entendido el estrés como un fenómeno que debe analizarse desde quien lo padece, el lugar que ocupa cada quien en la dinámica de clases (adquisición o mantenimiento de estatus) va a determinar tanto las causas como las manifestaciones del estrés. Varía éste de acuerdo a la estratificación social, debido a que cada clase tiene preocupaciones propias de su estatus, así los individuos de clase baja por ejemplo se preocupan por tener el dinero indispensable para la alimentación de la familia  o, por el contrario los individuos de clase alta se preocupan por mantener su clase social, y se preocupan por ejemplo por la marca de alimento a adquirir y no por el precio del mismo.

           La respuesta al estrés mismo también se ve determinada por la estratificación, por ejemplo la capacidad o el tiempo para atenderlo (e.g. servicios de salud mental, actividades de relajación, ocio y esparcimiento, etc.) dependerán del capital tanto económico como cultural del individuo.

 

lunes, 30 de septiembre de 2013

Revisión del caso en relación al texto: La Salud-Enfermedad como proceso social (Laurell, A.1982)


1)      ¿Cuál es el objeto del estudio del proceso Salud-Enfermedad-Atención?
-Tiene como finalidad el análisis de los factores sociales (medio ambiente), culturales (estilo de vida), biológicos (inherentes a la comunidad indígena) y a los servicios de salud a los que tiene acceso esta comunidad.
       2)  ¿Qué elementos actuales se pueden incorporar al análisis del proceso salud-enfermedad-atención además de la transición epidemiológica?:
-Posterior al análisis de los factores anteriormente mencionados se podrían incorporar herramientas con las cuales los individuos de la comunidad indígena podrán reflexionar en torno a su propia responsabilidad social para proteger la salud de todos como la educación y acceso a los servicios de salud. Además de establecer normas y conductas apropiadas para garantizar la vida en comunidad y así desarrollarse en las dimensiones social, cultural, religiosa, política y económica hasta alcanzar mejores resultados que los que hasta ahora tienen, así como empoderarse de sus derechos.
       3) ¿Qué aspectos intervienen en la experiencia diferencial de la salud-enfermedad de las personas?
-Desconocimiento de sus derechos humanos así como de los procedimientos necesarios para la gestión de su derecho a una atención en salud adecuada así como trabajo y educación.
-Discriminación de la sociedad civilizada hacia las etnias de cada región y omisión en el ejercicio de los derechos humanos de estos.
-Desenbilización de los funcionarios públicos en general ante la problemática actual de los grupos indígenas de la mayoría de los países.
-Abuso y maltrato infantil así como trata de personas.
-Patrón reiterativo de conductas de sumisión, aislamiento, desesperanza, aceptación del destino sin expectativas de cambio.
4) ¿Qué aspectos biológicos y sociales identificas que intervienen en tu caso?
-Etnia  (negación de servicios de salud por su origen Kichwa)
-Género (violencia verbal y física)
-Aspectos Culturales (usos y costumbres, desapego forzoso de sus creencias y religión)
-Paciente con autoestima abolida (víctima de las circunstancias) y sin acceso a oportunidades laborales equitativas
-Falta de red de apoyo familiar y social
5) ¿Cómo utilizarías los conceptos de equidad e igualdad en tu caso?
Ausencia de Equidad e Igualdad en el caso planteado.
Los indígenas no tiene acceso adecuado y digno a la salud por no estar afiliados a IMSS o ISSSTE por ausencia de oportunidades laborales en empresas con esta prestación y los centros de salud en muchas ocasiones se encuentran alejados de sus viviendas.

No existe igualdad en el acceso a servicios de Salud en NINGUN país de América Latina tanto en etnias como en sociedades civilizadas.

jueves, 19 de septiembre de 2013

REPORTE DE CASO DE ACUERDO A “JUSTICIA SOCIAL Y VIDA SALUDABLE”

En base a la Conferencia ofrecida por M. Marmot en Perú 2011, dentro del caso de 

"Mujeres Indígenas", se puede identificar lo siguiente:


Determinantes sociales:
1)        Marginación por clase social
2)        Pobreza extrema
3)        Falta de oportunidades educativas
4)        Discriminación étnica y de género
5)        Anulación individuo
6)        Anulación de derechos humanos
7)        Migración por falta de oportunidades

INFANCIA

ADOLESCENCIA

EDAD ADULTA



          Nacida en país en vías de desarrollo
          Grupo social: Indígena
          Descendiente de familia disfuncional
          Pobreza extrema
          Sesgo de género = violencia intrafamiliar  con perpetuación del ciclo de maltrato
          Víctima de Explotación infantil, trata de personas.
          Falta de acceso a la salud y educación
          Hija Parental ( responsabilidad no correspondiente a su edad cronológica).
          Víctima de Racismo

          Carencia de identidad cultural ( Kichwa vs Mormona)
          confusión en su apego cultural.
          -Víctima de violencia por género
          -Condición de desesperanza que la llevó a somatizar estos factores llevando a estrés crónico..
          -Situaciones que llevaron a la ansiedad y depresión mayor que la obligaron a buscar mejor estilo de vida huyendo a otro país donde la historia se repite.
          -Desnutrición crónica estado permanente de inmunodepresión que conllevó a trastornos gastrointestinales.
          -Carencia de autonomía e incapacidad para solicitar ayuda.  

          -Perpetuación de círculo de violencia (Pareja violenta y con trastorno de adicciones, abuso sexual, abuso de autoridad).
          -Manifestación orgánica del abuso físico y psicológico (sangrado transvaginal, etc)
          -Aislamiento social que agudizó la  Depresión máyor que ocasionó  ideación suicida
          -Abolición total de autoestima y autonomía con embarazo no planeado que llevó a intento suicida  y pérdida del producto.
          -Apoyo de su grupo social pero con las mismas enseñanzas de discriminación de género.
          -Nuevo embarazo de alto riesgo por falta de atención prenatal que  dió origen a una hija con el mismo ejemplo social  que ocasionan un desempeño social deficiente y bullying escolar.


CONCLUSIÓN: 
Conforme a lo consensado en este estudio de caso es posible percibir que la población indígena femenina y sobre todo migrantes existe  una inequidad sanitaria explicada por determinantes sociales que afectan negativamente el rol social de un individuo con trascendencia generacional.

Objetivo y Caso central

Este blog tiene como objetivo compartir reflexiones y opiniones relacionados con las Determinantes Sociales de la Salud.
El caso sobre el cual se centrara la atención sera :

"Mujeres indígenas: un análisis de su salud desde el enfoque de los determinantes sociales"


Mtra. Cristina Caballero1, Mtra. Margarita Márquez Serrano2 y Mtra. Rosibel Rodríguez Bolaños3
1 Ministerio de Salud Pública de Paraguay, Universidad Católica de Asunción campus Itapua, Universidad Nacional de Asunción.
2 Centro de Investigación en Sistemas de Salud, Instituto Nacional de Salud Pública
3 Centro de Investigación en Salud Poblacional, Instituto Nacional de Salud Pública

En la actualidad, en muchos pueblos indígenas la mujer es cabeza de familia, Eugenia es un ejemplo de ello. Un recorrido por su historia nos revela que son múltiples los determinantes sociales que afectan a su salud  y que la han llevado a padecer de úlcera gástrica,  dolores osteoarticulares generalizados (consecuencia de violencia intrafamiliar), hambre sistemática, abuso sexual y finalmente depresión mayor.
            Eugenia ha sufrido explotación desde los 8 años y agresiones a repetición desde su primera infancia. Posteriormente violencia por parte de patronos, de su ex esposo y de policías corruptos que la perseguían sólo por ser vendedora ambulante. Su hija mayor, hoy indígena adolescente, sufrió un politraumatismo como consecuencia de una golpiza que le propinaron cuando niña los compañeros de una escuela pública de primaria en respuesta a situaciones de racismo. Su esposo también indígena Kichwa, separado de su núcleo familiar inicial, hoy se encuentra conviviendo con otra mujer, con quien tiene otro hijo y sufre de demencia de probable origen alcohólico.
            Cuando niña, en la provincia del Imbabura, en un área rural alejada, Eugenia era sometida en su propia casa a trabajos forzados para su edad. Desde los 4 años cargaba agua, leña, lavaba ropa, entre otra actividades. Su madre, trabajaba lavando la ropa de la comunidad y ocasionalmente era llevada por traficantes de mujeres a la ciudad capital, Quito, para prostituirse y trabajar como empleada del servicio en casas de familias “prestantes” de militares mestizos. Éstos la violentaban permanentemente, principalmente en sus momentos de embriaguez  y por parte de los jóvenes universitarios mestizos, quienes se desquitaban con los indígenas como queriendo desprenderse de sus raíces indígenas y como queriéndose separarse, desde su condición de clase media-alta, de un irremediable contexto de país subdesarrollado.
            El padre de Eugenia era alcohólico y fabricante artesanal de textiles, pero como consecuencia de su adicción había alquilado y perdido los dos telares manuales que heredó de su padre. De noche y a escondidas le robaba muchas veces el dinero que su esposa ganaba lavando ropa y violentaba frecuentemente a su hija, llegando incluso a abusar sexualmente de ella. Eugenia recuerda que durante su niñez la pobreza extrema les impidió probar durante mucho tiempo la carne y pasaba hambre.
            Desde los 6 a los 8 años, Eugenia trabajó en varias fincas y haciendas, realizando labores  pesadas tales como tostar y moler hasta dos toneladas de maíz, lavar piscinas, tapetes y porquerizas, y con remuneración en comida, ropas usadas y ocasionalmente algunas monedas. A esa edad y a través de estos trabajos ella le llevaba comida al resto de la familia. Las monedas que se ganaban las ahorraba, a tal punto que cuando estaba interna en alguna finca, y le descubrían las monedas, los mestizos la insultaban y le recordaban su baja posición como indígena y por lo tanto posible ladrona. En otros casos su padre le robaba las monedas para comprar bebidas alcohólicas.
            Cuando cumplió 8 años, sus padres la obligaron, a cambio de alguna suma de dinero, a trabajar en la casa de un coronel en la ciudad de Quito, en donde le continuaron pegando de manera sistemática, produciéndole en varias ocasiones fracturas. Sólo la hija mayor del coronel, quien estuvo estudiando algunas carreras de ciencias sociales en la universidad pública de Quito, le reclamó a su padre por la violencia a la que estaban sometiendo a esta indígena, tanto la señora como los demás hijos de la casa. Cuando le preguntaba a la señora de la casa, una persona no indígena, que por qué le pegaba a la niña indígena, ella respondía que no sabía, que la perdonara, que era como si se le olvidaban muchas cosas y terminaba desquitándose con ella.
            Después de varios años en esta situación y de múltiples reclamos, el coronel llevó a Eugenia de regreso a la provincia del Imbabura, en Otavalo, Ecuador. Para esa época ya se estaba pasando la voz sobre las oportunidades laborales, a través de la fabricación y el comercio de artesanía y productos textiles, que se estaban dando en Colombia y específicamente en Bogotá para los indígenas Kichwas. Sabiendo de lo anterior, la entonces joven indígena pensó en viajar de alguna forma a Colombia para encontrar alguna solución. Sin embargo pasaba días y noches llorando sola, cuando después de trabajar se encontraba con su padre borracho y sin comida suficiente. Para esa época presentaba dolor en el epigastrio tipo ardor casi todos los días y los remedios naturales que le administraban sus abuelos no funcionaban bien, porque según ellos, también le faltaba la comida natural, que las solas hierbas y rezos no eran suficientes.
            Ellos le contaban que ya las cosas no eran como antes, que los trabajos de una petrolera habían dañado los caminos y los campos y que los jóvenes se habían ido para la ciudad. Decían que ya no era fácil vivir en el área rural porque no se conseguían ya todos los alimentos naturales y tampoco los nuevos productos que se necesitan de la cuidad.
            Eugenia se encontró con la oportunidad de un trabajo como ayudante de textiles en la ciudad de Quito, donde le prestaron dinero y una mercancía para aventurarse en Colombia. Pero cuando estaba pasando la frontera Colombo-ecuatoriana como ilegal para no pagar impuestos, la requisaron y le quitaron toda la mercancía que llevaba. Fue así como se devolvió donde el amigo, otro indígena que había  logrado colocar una tienda de textiles en la capital, y le contó muy triste lo que había pasado. Le tocó trabajar un tiempo en la capital, en donde sufrió nuevamente los efectos de la discriminación y la violencia racista, así como el abuso sexual nuevamente por un grupo de jóvenes quienes sabían que la joven indígena, que casi no hablaba el idioma español, sino lengua Kichwa, no tendría credibilidad y sería fácil intimidarla para que no contara nada. Fue así como sola, como siempre se había sentido, trató de buscar ayuda en un centro de atención primaria en salud, pero le cobraban una cuota y sólo pudo asistir hasta que ahorró lo suficiente.
            Eugenia comenzó a escuchar las propuestas de nuevas iglesias que atraen con su fanatismo a mucha población que ha sido víctima de situaciones adversas. La joven Kichwa ingresó a la iglesia de los mormones, donde le dijeron que la medicina tradicional indígena era brujería, que era del diablo y que no podía llevar a cabo ninguna de las prácticas de curación con el Cuy, el huevo, entre otras y que tampoco podía buscar ayuda en los Yachacs o curanderos. Le dijeron que era pecado y por eso no volvió a practicar algunas de las enseñanzas de sus abuelos.
            Como consecuencia de las situaciones de abuso sexual presentó sangrado vaginal, continuaba con el dolor abdominal en la región del epigastrio y lloraba sola permanentemente sin ganas de hacer nada en una esquina de la casa del indígena que tenía la tienda.
            El médico que la atendió inicialmente, que en realidad era un estudiante de medicina en su año de práctica, le diagnosticó gastritis crónica y depresión. Le dio recomendaciones de la dieta, que no podía cumplir por falta de recursos. Le regaló unas tabletas de un medicamento llamado ranitidina (como era un dispensario de un barrio pobre no tenían omeprazol que era el más indicado) y le dio una orden para cita con psiquiatría. Sin embargo, no pudo conseguir los medicamentos, cuando se le acabaron los que le regaló el médico y no supo cómo, ni con qué, pedir la cita con psiquiatría. Sobre la situación  de abuso sexual, tuvo miedo y desconfianza de contar que estaba sangrando, pensó que a una mujer indígena que no hablaba bien el español nadie le iba a creer y así pasó el tiempo.
            Posteriormente Eugenia le presentó una solicitud de préstamo al dueño de la tienda, quien le entregó una mercancía en consignación que finalmente logró pasar por la frontera, en el puente Rumichaca. Fue así como llegó a Colombia, en busca de la posibilidad de comerciar de la que tanto se hablaba en Ecuador. Después de estar unos días en Popayán, perseguida por la policía por las ventas ambulantes, llegó a Bogotá, en donde le robaron varías veces la mercancía y tuvo que aguantar hambre. La policía le decomisó la mercancía y no se la entregó completa, porque según ellos, ella no tenía derechos porque era indígena y además venía del Ecuador.
            En Bogotá, no la atendían en los hospitales a menos que pagara la cuenta como particular, además ella no entendía bien el español y sentía pena porque no le entendían tampoco su idioma Kichwa. Por esta razón, ella optaba por comprar ocasionalmente las tabletas de ranitidina en la droguería cuando tenía algunos pesos, después de pagar el arriendo y la comida. Sin embargo, el dolor abdominal aumentaba y en una ocasión que comenzó a vomitar sangre, los vecinos la llevaron de urgencias a un hospital público, en donde le hicieron una impresión diagnóstica de úlcera gástrica, le administraron líquidos endovenosos, analgésicos y le ordenaron una endoscopia por consulta externa, la cual no supo cómo hacerse, ni con qué recursos. A la salida de urgencias, le dijeron que le tocaba pagar un porcentaje de la cuenta y, como no tenía dinero, la única opción fue firmar un pagaré o título de valor, con lo cual quedó endeudada con el hospital.
            Esta situación la tenía muy presionada y apenas alcanzaba a reunir para comer y pagar la renta de un cuarto en un inquilinato en el centro de la ciudad, donde también vivían otros indígenas Kichwas. Muchos de ellos estaban en la misma situación, escapaban frecuentemente de la policía, ya que estaba prohibido vender textiles en la calle. Supo de otro indígena que había llegado hace más tiempo y tenía conocimientos de medicina tradicional indígena Kichwa, que había aprendido en el Ecuador. Le dijeron que él era el curandero y que le podía ayudar con sus problemas. Ella buscó al Yachac, o médico tradicional, y después de conversar con él, realizaron unas sesiones de curación utilizando algunas hierbas, un Cuy y un huevo.
            Pasando unos meses, ella se casó con otro indígena Kichwa que trabajaba vendiendo textiles. Rápidamente Eugenia empezó a recibir insultos y golpes cuando el hombre indígena llegaba borracho. Ella había quedado embarazada y se escapó de la casa. Aumentó sus niveles de depresión y se intentó suicidar tomándose un frasco de insecticida. Una compañera indígena la encontró tirada en el piso. Eugenia perdió su bebé, pero ella sobrevivió.
            Se encontró con su esposo y volvieron a vivir juntos. Aunque él seguía bebiendo y golpeándola ocasionalmente, ella continuó cerca por razones económicas. Ella se entrevistaba regularmente con el médico tradicional y encontraba alivio con sus curaciones. Pero su regreso, junto con otros indígenas Kichwas a la iglesia Mormona, la alejó nuevamente de la medicina tradicional.
            Fue así, como Eugenia dejó de asistir al médico tradicional y tampoco tenía seguimiento médico adecuado. Quedó nuevamente embarazada, pero ahora su esposo la dejó, ya que él no había ingresado a la iglesia Mormona. Asumió el embarazo sola, trabajando hasta el último momento y sin ningún control prenatal. El parto fue domiciliario y atendido por una partera Kichwa. A pesar de la experiencia y recomendaciones de la partera, su bebé tuvo una infección en el ombligo, una onfalitis, ya que su madre tenía que seguir trabajando mientras atendía a la niña. Fue así, como nuevamente requirió los servicios de un hospital para la hospitalización de su bebé, la cual tuvo dificultades en la autorización de los antibióticos, por lo altos costos. Sin embargo y con la ayuda de otros indígenas Kichwas, quienes ya se estaban organizando para formar un cabildeo,[1] pagaron el porcentaje.
            Posteriormente, Eugenia ha crecido como cabeza de familia, sosteniendo económicamente a su hija, quien recibió una golpiza por compañeros del colegio por que la rechazaban y discriminaban debido a su apariencia indígena. Su esposo que dejó el núcleo familiar, continuó bebiendo y actualmente padece una demencia alcohólica.




[1] Es una organización indígena reconocida por el Estado como autoridad tradicional indígena y sujeto colectivo.